Sé que ando tarde tardísimo, pero bueno, aquí la temperatura requiere abrigarse todavía. No intento justificarme. Además, creo que a estas alturas, todos sabemos que en “este lugar”, las temporadas y las tendencias hacen mutis por el foro.
Funciono más por corazonadas que por temporadas, pero os voy a decir la verdad.
Estas fotos las sacamos el 10 de marzo, lo que pasa es que muchas veces somos presos de nuestras vidas, y para cuando me las mandó Iker y yo he podido sentarme a escribir, ya veis, mayo.
Pero no quería dejarlo pasar más tiempo. ¡Es brutal este abrigo!. El tejido, los cuadros, esos colores… Le he cogido un cariño especial, pero creo que es más bien por el día que lo compré, por la persona que me lo vendió.
Y fijaros qué cosas, que ese abrigo lo había visto meses antes, pero no lo compré porque cuando lo vi, me acababan de hacer un implante (estaba y estoy en modo “austerity”).
El tema es que no me podía olvidar de él, y un lunes maravilloso, volví a la tienda. Y allí estaba…, hablo de ella.
Se llama Izar, en castellano «estrella», y no le puede hacer más justicia ese nombre. Brilla.
Empezamos hablando de colores y, bueno, esta vez no voy a ser chapas, voy a ir a lo importante. Terminamos hablando de tatuajes y de segundos.
Lo que os quiero decir es que, si alguna vez veis a alguien con un tatuaje en las costillas del lateral izquierdo, donde más duele y cerca del corazón, seguramente sea porque ha perdido a alguien muy importante en su vida.
Ella tiene tatuado un cardiograma, porque ella vio cómo su madre dejaba de respirar. Yo tengo tatuado un corazón, porque yo vi como el corazón de mi madre dejaba de bombear.
Intento no revivir ese momento, pero a veces, pocas veces, como en este mismo instante, se me escapa. Ese día comprobé el valor que tiene un segundo. Un puto segundo en el que tu vida pasa al negro indefinido, y gritas, “¡nooooooooooooo, por favor!», y tú, íntegramente, te desgarras y te destrozas por dentro.
Es jodido, pero bueno, aquí estamos y aquí seguimos, con fuerza y mirando hacia arriba, en todos los sentidos.
Pics by Iker Olano Photography